miércoles, 1 de junio de 2016





República Bolivariana de Venezuela
Universidad Pedagógica Experimental Libertador
Instituto Pedagógico de Caracas
Departamento de Pedagogía
Cátedra: Neurociencias
Profa. Dorys Alleyne













ENSAYO:
“CONOCIMIENTOS DE LA NEUROCIENCIA PARA POTENCIAR EL

DESARROLLO DE LOS NIÑOS” 






Autor(a):
Abreu, Yeimi C.I 19739434





Caracas, junio de 2016








     Para empezar, es importante conocer como se da el proceso de aprendizaje en el cerebro humano, el cual, surge a partir de la comunicación existente entre las neuronas mediante la liberación de unos químicos que tienen por nombre neurotransmisores. Éstos establecen lo que llamamos sinapsis en los espacios que hay entre las neuronas.
     En lo que respecta a la memoria, proviene de un cambio constante que surge en la actividad de la sinapsis, la cual se modifica e incrementa durante el aprendizaje, trayendo como resultado la liberación de más trasmisores.
     En un principio la sinapsis forma la memoria de corto plazo, luego crea cambios en “la activación génica” o lo que quiere decir la sinapsis es en gran medida la memoria que forjara el aprendizaje. Por otra parte, es importante señalar que las bases moleculares y celulares de la memoria se encuentran localizadas en el hipocampo, esta es un área del sistema límbico del cerebro que está encargado de la memoria.
     Sin embargo, muchas otras partes del cerebro participan en la formación y el almacenamiento de la memoria de corto y largo plazo, por ejemplo: en la memoria de corto plazo están involucradas diferentes poblaciones de neuronas, en especial las de la corteza prefrontal, éstas sirven para guardar temporalmente la información recibida.
     Por otra parte, se deben señalar los diferentes factores que influyen en el desarrollo del cerebro, el cual, tiene un rápido crecimiento entre los últimos tres meses del embarazo y los tres primeros años de vida. Es aquí donde surge el mayor número de sinapsis. De igual forma, es necesario tener en cuenta que el cerebro de un niño o niña recién nacido pesa alrededor de 350 y 400 gramos y el de un adulto entre 1300 o 1400 gramos, éste teniendo ya en su haber un aproximado de unas diez mil millones de millones de sinapsis.
     Este desarrollo cerebral nace a partir de diversos agentes internos o genéticos, y a su vez de agentes externos como la alimentación, estimulación y la valoración familiar. De esta manera se incrementará las habilidades neuronales del niño para que tenga un buen crecimiento tanto físico, psicológico y emocional.
     En cuanto a la alimentación, se debe tener en cuenta el consumo habitual de aceites de pescado u omega-3, para bajar los índices de posibilidades de padecer algunas enfermedades mentales y conductuales, ya que cuando no existe el omega-3 en el organismo el cuerpo se ve en la necesidad de recurrir al omega-6, quien produce unas membranas menos capaces de producir el paso de los neurotransmisores. 
     Del mismo modo, diversos estudios realizados en universidades han determinado que las madres que en su embarazo consumen un mayor número de aceites de pescados de sardinas tienen niños y niñas con una mejor capacidad visual.
     En otro sentido, se debe hacer énfasis en los beneficios de la lactancia materna tanto para la madre como para el niño/a. Ésta es la mejor forma de nutrición para el bebé ya que contiene diversos nutrientes que son esenciales para el crecimiento y la maduración de todas las partes del cuerpo. De igual forma, amamantar protege a la mujer de sufrir algunas enfermedades como cáncer y ayuda a recuperar su peso luego del parto.
     No obstante, si ocurren problemas de nutrición o lo que llamamos desnutrición en la gestación o luego de ella esto puede incurrir en el crecimiento cerebral y desarrollar diversos desórdenes de conductas, entre ellos  retardo mental y dificultades de aprendizajes.
     Sea la desnutrición leve o moderada representa un factor riesgoso para el normal desarrollo humano. Ya que elementos presentes en una dieta balanceada como el hierro al estar ausentes traen consigo efectos adversos en los procesos cognoscitivos y de conducta. Esto se debe a que el hierro se localiza en diferentes áreas del cerebro y su consumo es de suma importancia en los primeros períodos del crecimiento neuronal.
     No sólo la alimentación es importante para el buen desarrollo cerebral, los estímulos externos son de gran ayuda en los primeros años de vida. Estudios realizados llegaron a la conclusión que los niños y niñas que reciben estímulos de su entorno en los tres primeros años desarrollan mayor rapidez para consolidar el aprendizaje. Por esto, se debe propiciar las oportunidades de aprendizaje, la interacción con otras personas y las actividades físicas para aumentar el crecimiento de conexiones neuronales.
     De igual modo, la atención física y el amor brindado por las personas del entorno cercano influyen en el desarrollo del cerebro, ya que, ayuda al “mantenimiento de la química del cerebro, arquitectura cerebral y posiblemente a algunas funciones mentales”.
     Diversos estudios determinaron que la compañía de parientes asiste al sistema de estrés manteniendo el cerebro del niño en su función normal. Una larga separación de los niños con sus padres podría producir la muerte de células cerebrales.

     Por todas las razones anteriores es necesario el estudio de la neurociencia, porque ésta se encarga del estudio del sistema nervioso, además de los diversos avances que hay con respecto al pensamiento, la emoción, la conducta y el aprendizaje y los factores que influyen en éstos. 

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